viernes, 13 de marzo de 2020

TEMER: ENTRE EL SER Y EL TENER


La idea inicial (TÍTULO) propuesta en esta página, que sin dudas recorrerá el mundo y dará voz al pensamiento u opinión de las personas, me inspira a utilizar la palabra,  la idea: TEMER.  Esta expresión sugiere dos ideas, como un contraste: valor e imprudencia.
Ahora bien, el valor como cualidad; y la imprudencia como una falta de prudencia o moderación, suscitan  una bifurcación existencial, entre los cuales se camina  o se peregrina, hacia una meta, hacia un horizonte utópico.
El ser humano, en todos los tiempos, por su propia naturaleza perfectible y  a la vez lábil, se mece entre el SER  Y el TENER.  Es decir, sabe que es alguien, un ser racional, pero a la vez pasional. A la vez, su sed de infinito y su necesidad de convivir, le pide primero, pensar en TENER. Pareciera que en la medida en que tiene o posee, esto le colmará de todo vacío que le recuerda en todo momento su finitud.
Con este texto sucinto, mi intención es solicitar la participación dinámica y activa de cada lector, para que juntos realicemos una jornada de esperanza hacia  un juicio critico, necesario para combatir la mente enlatada
Ademas, parafraseo al filósofo alemán  Kant con su SAPERE AUDE, el atrévete a pensar por ti mismo, para combatir la mente enlatada (cerrada y/o elaborada) y que el temer, generado por el hecho de existir o vivir, y de vivir en esa realidad envuelta con el manto de la tensión o inquietud, o sea, que esa tensión entre el ser y el tener, aliente en nosotros la idea y la necesidad de buscar, aunque azarosamente, el crear un espacio de reflexión y acción para romper con falsos paradigmas que paralizan u obstaculizan nuestro deseo de buscar o caminar (vivir, accionar).
Es más, aunque vivamos en la POST VERDAD, neologismo este que alimenta la idea de una mentira emotiva o piadosa, que delibera un relajamiento moral y un relativismo ético, aun así, como principio filosófico, no queremos ser meros repetidores de ideas desgastadas opacas y sin sabor, muy por el contrario, auguramos que esta tarea, conscientemente, ardua en una cultura de corte fugaz y  de apreciación de solo el envoltorio, no nos atemorice ni nos limite al silencio cómplice. por el contrario, que genere en  nosotros la necesidad de aprender a emprender: viviendo y reflexionando.